Paseando por las calles de Albania me escaneaban las miradas de arriba hacia abajo. Una
mujer sola, sin un hombre al lado y, además conduciendo. Bien es cierto, que en determinados
países aún la mujer no tiene permiso para expresar su criterio y mucho menos su derecho de
ser, de pensar y de tomar decisiones propias.
Una vez de vuelta en Tenerife comencé a organizar el evento TEDxPlazaWeylerWomen.
Durante estas semanas me he cruzado con varios comentarios dignos de estudio sociológico,
entre los que se afirmaban que, la igualdad entre hombres y mujeres era, ya, un hecho.
“La igualdad es un tema que está manido y se debe pasar página” Que atrevida es la ignorancia.
Claro está que algo hemos avanzado. No nos encontramos en la situación de Albania, donde
las mujeres tienen el mismo valor que un 0 en la operación de la suma social. No obstante,
desconocemos muchas historias que confirman, que las mujeres no estamos ocupando el sitio
que nos corresponde. No es cuestión de situarse delante de los hombres, mucho menos
detrás, pero si caminar al lado y en las mismas condiciones. Es por ello que no considero la
brecha de género como una lucha, sino como un reto en el que debe estar implicada toda la
sociedad.
Hablando con mis compañeras durante un café, todas coincidimos en el hecho de haber vivido
historias similares en las que se nos ridiculiza con comentarios como “estás jugando a las
empresarias” al nos sentamos ante proveedores, colaboradores y clientes.
Es hora de volver a embalar la casita de muñecas rosa, que se nos ha impuesto por el hecho de
nacer mujer. Cada una de nosotras nos sentimos plenas y satisfechas con el futuro que
decidimos escoger. Unas nos sentimos realizadas laboralmente, otras al ser madre, otras al
casarse y así según los criterios bajo los que decida vivir cada una de nosotras. Incluso si se
desea combinar ambas, es una decisión totalmente válida y libre de juicio interno y externo. Y
cuando digo decidimos, es porque afortunadamente, al menos si tenemos el derecho de
experimentar la vida bajo nuestras propias premisas.
Las empresarias también coincidimos lamentablemente en la trama de anécdotas teñidas de
color verde, al sentarnos ante un hombre para llevar a cabo una negociación. No será la
primera ni la última, que una cita profesional tenía la intención de tomar un café con un toque
personal.
“ Si no te hubieras citado por algo profesional no hubiera tenido oportunidad de quedar
contigo”. “ Pensé que ibas a venir tú personalmente a entregarme la mercancía”. ¿Realmente un hombre se encuentra ante estas situaciones a la hora de sentarse a negociar en
un despacho o un lugar público?. Yo también era de la que pensaba que estábamos más
avanzados, en otros temas, como el respeto hacia el colectivo LGTBI+. Sin embargo, tras asistir
hace unos días a una charla en la que mostraban las problemáticas ante las que se encontraban en su día a día, llegué a la conclusión, que a esta sociedad, todavía le queda
mucho por madurar.
Así que sigamos caminando de la mano por un sendero que desemboque en una igualdad real
y efectiva, como marca la Constitución. Con proyectos y asociaciones que sigan impulsando
este objetivo, por el que muchos y muchas han luchado para que hoy podamos hacer uso de
muchos de los derechos que antes no teníamos,